Bucle de juventud. Una regresión infinita en el tiempo

Un lugar que ha sido parte de la historia de una joven desde que apenas estaba en el colegio hasta que tuvo que afrontar su vida adulta…

Por: Sara Ruiz Betancur

“Un lugar de la ciudad en el que todos se pueden sentir libres de angustias y preocupaciones, donde se permanece joven para siempre”.

Llegar a una plazoleta gris en forma de herradura, a eso de las seis de la tarde cuando el sol ya no quiere que lo vean más. Sentarse, solo o acompañado con una cerveza en la mano, mirar todas las caras, unas tersas y otras arrugadas, tan diferentes y a la vez tan parecidas, seguir mirando todo alrededor, “en esa esquina estaba sentada el día en que murió el papá de mi mejor amiga”, “allí di el primer beso en el que no fui tachada de inmoral”, “en esa escalera lloré como loca por mi primer amor…y por el segundo”, “fue detrás de esa columna que me pase de tragos y conocí a esa otra yo por primera vez”. 

Comenzar a recordar hace cuantos años comencé a venir a este lugar y por qué no he dejado de venir, ¿qué lo hace tan especial si es solo cemento? Es como un bucle que siempre está ahí sin importar cuánto tiempo pase o cuánto hayas cambiado. 

Ni siquiera importa cuántas veces hayas dicho que no volverías allí, es como un respiro de esa juventud que algún día no estará, un lugar sin adornos ni atracciones que simplemente te hace sentir que disfrutas tu vida, un bucle en el que se puede ser joven incluso después de los 50.

Esta historia se desarrolla en la actualidad, pero se involucran recuerdos de años atrás, pues se debe tener en cuenta incluso la historia de “La Villa” así solo se pretenda hablar de lo que es hoy, pues todo lo que se ve allí en la actualidad, es el resultado de una serie de transformaciones socio-culturales que se han dado en el lugar a partir de los años noventa. “La Villa de Aburrá”, una plaza en forma de herradura que no tiene nada de especial, ni decoraciones interesantes o luces llamativas, ni colores asombrosos ni una atracción interesante. Pero que es el lugar preferido por miles de jóvenes a la hora de salir con sus amigos; ese lugar sin gracia aparente parece un faro para las personas de alma joven, ¿pero a qué va la gente a ese lugar? ¿Por qué merece que hablen de él? Puede que tenga que ver con su historia, pues esta plazoleta, conocida comúnmente como “La Villa” en realidad se llama Cincuentenario de la Nueva Villa del Aburrá y se ha convertido casi que en un ícono de la juventud en Medellín años después de ser construida entre 1980 y 1982. 

Este lugar ha gozado de grandes momentos gracias al rock, pues este género ha tenido cinco importantes epicentros en la ciudad, los parques Obrero de Boston, el del Periodista en el Centro, el de El Poblado, las Torres de Bomboná, y ahora la plazoleta de la Nueva Villa del Aburrá. 

En la década de los noventas se convirtió en un lugar donde punkeros, rockeros, metaleros, skaters y raperos iban a disfrutar y a pasar el rato, pero evitaban mezclarse entre ellos, pues esto desencadenaba grandes peleas en las que más de uno salía gravemente lastimado. Las cosas han cambiado mucho y la diversidad del lugar no afecta a nadie, de hecho lo nutre y lo ha vuelto uno de los lugares más tranquilos de la ciudad, un lugar que muchos visitamos con gusto y que está en casi todas las historias que nos gusta contar.

Esta historia se narra desde estos contenidos digitales:

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